Historia de una mujer especial

El libro es la biografía de la escritora Teresa Hamel, el cual hace poco salió publicado.

 Dos hechos concretos durante estos días nos invitan a no ser tan olvidadizos y malagradecidos. El más reciente, la presentación del libro que hoy comento en el Club de Viña del Mar que contó la presencia principal del hijo de la autora, Jorge del Campo, amantísimo difusor de la obra de su madre, el destacado periodista y hombre de literatura Luis Alberto Mancilla y el poderoso narrador, por escrito y en palabra viva, José Miguel Varas.

Se suma a este trío sincero admirador en vida de "Teruca", el autor del siguiente comentario: "La cuentista y novelista Teresa Hamel es tan importante como María Luisa Bombal", me refiero al escritor, crítico y astrólogo Claudio Solar.

El resto, los invitados conmovidos intelectual y afectivamente por la ocasión, y por la extensa obra de esta escritora que comienza con justicia a refrescar nuestra literatura.

El segundo hecho reivindicatorio, también es de beneficio público: la inauguración del Fondo Bibliográfico Teresa Hamel, abundante en calidad y cantidad disponible desde el viernes en la Biblioteca Benjamín Vicuña Mackenna.

¿Quién fue esta escritora? "Reñaca (reminiscencias)" responde todas esas preguntas para sorpresa de los lectores y vergüenza de todos los que debemos saber y prodigar nuestra buena literatura.

Teresa Hamel, alabada por críticos y escritores como Ricardo Latcham, Benjamín Subercaseaux, Ángel Cruchaga, Luis Durand o Daniel de la Vega. Amiga personal de Pablo Neruda, Matilde Urrutia, Armando Cassigoli, y de toda la galaxia y sus estrellas en la cual se le clasificó más por cercanía temporal que por características de su obra: La generación del 50 (Lihn, Jodorovsky, por nombrar algunos)

Teresa premiada y reconocida en Chile y en el exterior. Teruca amiga incondicional y benefactora de una pléyade de oprimidos de todas las clases sociales -especialmente las más bajas- durante toda su vida, pero también durante el momento más duro de la vida nacional del cual nos separan treinta años.

De hecho si hemos de buscar una marca esencial en su obra literaria es justamente lo mencionado recién y en su actitud de escritora.

Pudiendo por razones de familia ser absolutamente snob: su padre, Gastón Hamel D'Acuhna de Souza, destacadísimo hombre público y pionero de la industria petrolera nacional, literalmente fundador de Reñaca y gestor de importantes hitos viñamarinos.

Sin embargo "La ola marina" como le llamaba Neruda, supo salir de su cuna dorada y darle aún más brillo, pero con sus propios esfuerzos espirituales lo mejor que le permitió su fortuna familiar.

"Soy autodidacta", escribe. "Para mí era importante ganar dinero", confiesa para los que quieran entender lo qué realmente significa eso. Da la impresión que Teresa Hamel tuvo que luchar contra su pudiente y célebre familia. Y ganó. Ganamos sus lectores, sus amigos, sus protagonistas que ella deseó fueran todos uno solo.

"El contramaestre" (1951), "Gente sencilla" (1958), "Raquel devastada" (1959), "La noche del rebelde" (1969), "Dadme el derecho de existir" (1984), "Las cien ventanas" (1992), por nombrar algunas de sus obras, con su solo título anuncian su estrecho compromiso social -no político, aunque la historia los enreda, como nunca lo hace Teresa-, con el cual redactó su obra que logró desapegar del mero panfleto, lo cual para nosotros hizo mágicamente, pero fue con su inteligencia y trabajo.

En palabras de José Miguel Varas, tan sabias por lo demás, antes que hablar de su interesante y extensa obra, Teresa Hamel nos invita a hablar de quién fue ella como buena persona.

El mejor deseo, lamentablemente ni siquiera escuchado por tanto escritor y escritora que aspira al leso sacrificio de que hablen bien de su obra, sin importarle que para construirla hagan leña de ellos mismos y de quienes le aman o le han amado.